jueves, 5 de marzo de 2009

No es mala, pero podría haber sido buena

La voz de las alas Jorge Echeverri, Colombia
- Te pasas despegado hora y media, y la peli no despega el vuelo
- Sales del cine frustrado porque sabes que ese director vale más, y que la peli pudo cuajar... pero no cuaja

El otro día alguien dijo una frase genial. No me acuerdo de qué película estábamos hablando. Pregunté ¿Es mala? y me contestaron: "Hombre, mala no es... pero podría haber sido buena". Bueno, pues eso es exactamete lo que siento cuando veo La voz de las alas. Y lo siento mucho, porque el director es entrañable, sensible, amigo... La voz de las alas es un intento que abarca mucho, y por eso no aprieta bien. La idea inicial es muy intrigante y podría haber dado una historia más verosímil: déjenme tratar de resumir la trama...
Años 60. Lázaro es un niño de clase alta de Bogotá. Descubre la farsa que es la pareja que constituyen sus papás. El padre tira con la guapa empleada de la casa cuando su madre le pega un disparo. Suponemos que muere. La madre cuenta a su hijo que el papá se fue a vivir en Londres para terminar de recuperarse. El niño crece soñando con Londres. Salto en el tiempo: estamos en 1980 y el niño, ahora joven galán burgués, se entera de que tiene una media hermana, producto de los amores de su padre con la empleada, y que esa media hermana es puta. La va a ver como cliente del burdel de lujo, pero no tiran. Tampoco le cuenta, por ahora, quién es. Ella se hace llamar Rosa. Nuevo salto de veinte años, ahora vamos a las montañas de Colombia. Rosa es ahora la "Comandante Rosa" y es mando de un grupo de guerrilleros que tiene secuestrado a... a Lázaro. Cuando planean la fuga (ya hay relaciones incestuosas entre ellos) los militares atacan al grupo guerrillero y Rosa wuerda herida en las montañas. Lázaro la deja. Ultimo salto en el tiempo, unos años más tarde Lázaro vive en Londres (¿Dónde más?) con Roll Royce y chofer. Coincidencia asombrosa, en una calle ve a Rosa caminando, avejentada y coja. Se reencuentran, se aman. Fin. Me faltó contar lo del helado de chocolate y el reloj que atraviesa los años...

Macadam Andrés Agusti, Venezuela
- No se despega del asfalto de la carretera.
- Sales del cine con la imprsión de que faltó una pista de sonido y que sabraron 40 minutos.

La misma frase mágica que he descubierto sirve para este documental: malo malo no es, pero podría haber sido bueno. La carretera venezolana es un río de historias, y aunque el director quiere encausar todas esas historias con la ayuda de un tema, que es la religiosidad popular y las supersticiones que se crean en los bordes de las carreteras, a raíz de percances o accidentes, el tema se desborda y lo inunda todo. No hay presa ni sorpresa ni cauce ni dique narrativo alguno. Una que otra secuencia muy hábilmente fotografiada, eso sí, y hasta alguno que otro acierto en el montaje. Pero nada suficiente para pegarte a la pantalla por casi 90 minutos en una sala obscura.

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